¿Ser cristiano me llama a ser “diferente”?
Como cristianos, hemos sido llamados a seguir de Cristo, lo cual conlleva ciertas cosas que no todo el mundo toma en consideración.
Muchas veces por tomar ciertas decisiones somos observados o quizás, tratados de un modo
“diferente”.
Este trato puede llevar a muchos cristianos a considerar si realmente es necesario tomar esas
decisiones o acciones; surge una tentadora posibilidad: ¿Qué tanto puedo parecerme al mundo
sin dejar de parecerme a Cristo?
Partiremos de la siguiente premisa: El ser humano es pecador, condenado a muerte, pero salvo
al aceptar la gracia otorgada por el sacrificio de Cristo. (Romanos 3: 9, 6: 23). Muy
probablemente todos los que estén leyendo este comentario desean ser salvos.
¿Fue Jesús diferente al mundo? La respuesta es bíblica y clara.
El Señor Jesucristo llevó una
vida por completo diferente a la de las personas que lo rodeaban en aquellos tiempos. Enseñó lo
que la Palabra de Dios dice, pero no lo hizo de un modo similar al de otros maestros. La
Escritura señala: “y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina;
porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.” (Mateo 7: 28, 29). La
autoridad mencionada por los evangelistas no se refiere únicamente al hecho de que Jesús es el
Hijo de Dios, sino al hecho de que su vida reflejaba a plenitud lo que la palabra de Dios enseña,
a diferencia de la hipócrita manera de enseñar de los escribas (Mateo 23: 13-36).
Lección
número uno: El cristiano debe, al igual que su Maestro, vivir reflejando a plenitud lo que la
palabra del Señor enseña. Aunque aún permanecemos habitando este planeta,
nuestra verdadera ciudadanía está en los cielos; por lo tanto, vivir conformándonos con los
estándares del mundo es contrario al deseo de Dios.
"Y no os conforméis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestro
entendimiento, para que podáis comprobar cuál es la voluntad de Dios, que es buena, agradable y
perfecta."
( Romanos 12: 2)
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