La Iglesia comenzó con la orden del Señor Jesús a los discípulos, diciendo: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura". Luego se fue al Padre y envió su Espíritu sobre todos los que estaban reunidos en el Cenáculo en Jerusalén, para quedarse con ellos y guiarlos a toda Verdad.
Después del descenso del Espíritu Santo, ellos fueron llenos de alegría, coraje, intrepidez y mucha paz. Estos sellados con el Espíritu Santo salieron a predicar acerca del Hijo de Dios que vino al mundo para salvar a todos los que creen en él. Y las Buenas Nuevas eran que, al igual que ellos, todos también podrían estar llenos de vida. En nuestros días, los siervos de Dios continúan propagando esa misma fe de la Salvación del alma a muchos y enseñan las Promesas de Dios de vida abundante y feliz en todos los aspectos.
Llevan la fe inteligente por todas partes, en ciudades, países e incluso tribus distantes de las civilizaciones. Estos sacerdotes han intercedido por el pueblo, que se arrepiente de sus pecados y entrega la vida al llamado de Dios a su Reino. Y así el Espíritu Santo los capacita con Sus dones y usa cada uno de estos nuevos hijos en la continuación de Su Obra, de acuerdo con Su Voluntad. Estos dones son herramientas dadas por Dios a aquellos que están dispuestos a servirle: A unos estableció Dios en la iglesia, primero, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; después, operadores de milagros; después, dones de sanidad, socorros, gobiernos, variedades de lenguas. (1 Corintios 12.28)
Dios espera nuestra disposición y placer en servirle. Nos envió su Espíritu para darnos fuerza y coraje para hablar de su muerte y resurrección.
Todos nosotros estábamos cautivos por el mal, pero el sacrificio que Él hizo fue el pago de nuestro rescate de las tinieblas a Su Maravillosa Luz. ¿Cómo no ser agradecido a quien tanto hizo por nosotros? Quien fue rescatado quiere ayudar a rescatar a otras personas, también.
Y para que ese trabajo sea hecho de la mejor manera posible, el Espíritu Santo distribuye Sus dones a cada uno de acuerdo con lo que sea útil a la Obra de Él. Ahora bien, los dones son diversos, pero el Espíritu es el mismo. Y también hay diversidad en los servicios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad en las realizaciones, pero el mismo Dios es quien opera todo en todos. (1 Corintios 12.4-6)Por lo tanto, Dios da diversidades de trabajo a sus siervos y usa a quien Él quiere usar, de la manera que quiera. De modo que uno no es mejor que el otro, pero todos se complementan, como los miembros de nuestro cuerpo también se complementan.Así la Iglesia sigue unida en esa fe, en la enseñanza de la Palabra de Dios y dirigida por el Espíritu Santo.
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